Por: Martín Miguel Ballivian (Afroboliviano)
“Si para los poderosos la reconstrucción del pasado ha
sido un instrumento de dominación indispensable, para los oprimidos y
perseguidos el pasado ha servido como memoria de su identidad y como fuerza
emotiva que mantiene vivas sus aspiraciones de independencia y liberación”. Enrique Florescano.
En el
seminario de dos días sobre “Pluralismo epistemológico y educación superior en
el marco de la nueva ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez”[2],
quiero destacar la primera ponencia de Raúl
Prada A.: relacionada a los Aportes
conceptuales sobre Pluralismo epistemológico, de quien puedo mencionar por
los fines de mi reivindicación real y conceptual sobre el Pueblo Afroboliviano,
ello tiene con uno de los lineamientos que es la identidad mediante–la
historia o historiografía-, esto ¿para qué? y ¿por qué? deben de narrar y
promover los actores de la propia cultura, es decir aquellos (as) que hacen de
la historia un instrumento de reivindicación positiva y de desarrollo propio en
el andamiaje actual de un Pueblo, y que proyecte a un futuro de oportunidades
que de confrontaciones, por ello destacare como referencia conceptual la historiografía desde la propia piel o “desde
casa adentro”[3]
y como nosotros como actores podemos Hacer sin centrarnos a un solo discurso o
meros conceptos, mismos que deberán practicarse en la cotidianidad o “en la
vida real” como dijera en su exposición Pedro Plaza, y en todos los
espacios de educación[4],
fuere en la comunidad o aquellas instituciones como la escuela y la
universidad. Cuyo objetivo central es la vicibilización[5]
en el quehacer social y cultural del país.
La historiografía para qué y por qué
Es una asignatura
pendiente considerar la historia real y emancipadora de los pueblos en la
currículo nacional y regional, aun su
abordaje desde la investigación y la trasmisión de los hechos o acontecimientos
no son seriamente tratados, si se las efectúa obedecen a grupos de poder,
fueren estas de gobiernos, religiones, empresariales, etc. Los más perjudicados
de una narrativa que conllevan mitos negativos con prejuicios, racismos, subestimaciones
a algunos grupos de indígenas y afrodescendientes entre otros, que al no tener el
poder y el dominio de la escritura castellana o inglesa entre otros factores de
dominación económica no permiten ejercer un trabajo independiente desde una
propia lógica de expresión y comunicabilidad. Por ejemplo, si una editorial
quisiera publicar tu libro y no encajas en sus políticas, no te las van a
publicar, nadie quiere correr el riesgo de perder los beneficios que el pasado
les ha generado en el presente, aunque existen excepciones que se abren a las
coyunturas actuales, pero sigue siendo un reto para los investigadores o
historiadores de la propia piel quienes tienden a reproducir metodologías
exógenas, es decir se carece de una clara epistemología y metodología propia.
Cuando en la
actualidad los minorizados plantean ver su pasado desde la realidad presente
para entender porque “se vive así”, es una oportunidad de generar “reparaciones
internas” en el propio grupo cultural y luego demandar reparaciones externas sobre
injusticias cometidas por los otros a un pueblo en el pasado y que les
obstaculizó su desarrollo; como lo fue con los africanos e indígenas de Alba
Yala.
La historia es
importante cuando en el presente se aprende a no cometer los errores del pasado
y aprender de las fortalezas que nos permitirán organizarnos a todo nivel.
Partir de la duda del por qué la historia de los afros y los indígenas que nos
la contaron en las escuelas son trágicas y folclorizadas, y con una mínima
realidad de los hechos. Y como destaca Raúl Prada que solo se muestra en una
universalidad de la cultura al blanco como hombre dominador y añadiría un
hombre generador de machismo que es contraria a la lógica matriarcal esta
característica de las sociedades africanas y de complementariedad entre el varón y la mujer (chacha warmi) que
es de las sociedades indígenas como la aimara.
Pero al hacer la
historia, la idea, no es voltear la tortilla y hacer que aquellas elites del
pasado se conviertan en villanos, recuperar el pasado deberá ser para no
confrontar en el presente, para no resentirse, es decir la historia es una
epistemología desde lo humano con sentimiento o corazón humano como dicen
algunos culturas en Guatemala; porque son hechos humanos que han derivado aspectos como lo económico por ello lo central
es el ser humano, que cambia constantemente, es decir los mayordomos de las
haciendas esclavistas en los Yungas de antes de la Reforma Agraria de 1953 no
son iguales que los dueños de los cocales que tienen mingas libreando hojas de
coca[6] en
la actualidad, la coyuntura determina a los actores, por eso al hacer la
historia hay que darse la tarea de pensar en todos, y no solo en tu pueblo, que
si bien es legitimo reivindicarlo, pero a la hora de interculturalizarnos y
dialogar con la diversidad “desde en casa afuera”, es fundamental entender las otras historias, inclusive de
los que hacían de dominadores, aquellos blancos que no fueron todos (as), sino quienes cometieron atrocidades como la
esclavitud fueron algunos que también la historia se encargo de generalizarlos.
La historia como construcción colectiva e individual
Sin duda
siguiendo a la respuesta que me hizo Raúl Prada a tiempo de haberle preguntado
si la historia es catalizadora de la identidad de los pueblos u otros aspectos
que tienen que ver con la historiografía. El mencionado expositor enfatizaba
que la historia parte de la conciencia colectiva, es decir la construcción de
la historia no es individual. De mi parte, estoy de acuerdo con esa aseveración,
de que la historia tiene sus bases colectivas pero también no estoy de acuerdo
centrarlo a lo colectivo sino también las individualidades cuentan como los líderes
de determinados pueblos que ejercen un norte en la vida colectiva, por poner algunos
ejemplos que si bien fueron determinados por lo colectivo aquellos como
Mandela, Martin Luther King, Ghandy entre otros parten también de sus valores
individuales u/o reflexiones internas para influir en lo colectivo. No voy a
discutir y poner en juicio de que lo colectivo no es importante, pero también
lo individual determina a lo social como esta a lo individual. Entonces, la
conciencia individual y colectiva son las que determinan el curso de la
historia ya que son humanas ante todo.
Por otra parte,
cuando se habla de la historia como elemento político, ideológico y de
desarrollo (los distintos tipos y tendencias de desarrollo) hay que tener en cuenta
que todas las lógicas deberán estar presentes al momento de analizarse. Es
decir, hay ya una costumbre de satanizar al capitalismo, al progreso que
deviene de los países desarrollados europeos y anglosajones, y también de
minimizar la lógica de desarrollo que se suscitan en los países denominados en
vías de desarrollo, lo cierto es que, a
la hora de hacer una verdadera historiografía, pudiera decir yo como
investigador emergente en base a mis lecturas y mis dudas manifiestas; que
cuando hablamos de desarrollo en nuestro contexto después de la Segunda Guerra
Mundial fuimos los mismos sudamericanos, africanos, etc. quienes al ver el
progreso tecnológico y económico de los otros nos autodefinimos como países
subdesarrollados, fueron también los intelectuales de izquierda que por lo
habitual fueron de clases medias y altas quienes interesadamente (viendo su
propio ombligo) acuñan la idea de progreso en nuestros países ya que como bien
afirma Raúl Prada “el socialismo ira a favor de la necesidades del hombre con
el mercado”, claro está que todo el mundo no importa la posición ideológica
tendemos a ir contra las carencias o la pobreza de la ciudadanía. Entonces,
para concluir, la historia es tan compleja de abordarla desde la propia
necesidad, ya que primero se cae en el riesgo de invisibilizar a los Otros y de
magnificar a lo nuestro aunque en el pasado nuestros pueblos hubieran cometido
grandes errores llegando solo destacar lo bueno. El reto es como hacer la
historia para que esta sea intercultural y liberadora o bien dicho, mirando
desde mi propia lógica como historiador Afroboliviano diría –cimarrona-[7],
pero entendiendo que quienes huían de los sistemas de dominación no solo fueron
los africanos y sus descendientes sino indígenas, que ahí radica la inclusión
de los otros en la historia, y los detalles de determinado acontecimiento se
deberá hacer pensando y respondiendo a las preguntas para qué y por qué que es la
finalidad de la historia.
Bibliografía:
Ballivian, Martín Miguel
2012 ¿Por qué debemos hacer nuestra historiografía?:
Narrar lo nuetro [desde lo nuestro para fortalecer nuestra identidad.
En http://unidosenladiverisdad.blogspot.com/.
Florescano, Enrique
1980 De la memoria del poder a la historia como
explicación. En Historia ¿Para qué?. Mexico: Siglo XXI.
Friedemann, Nina S. de.
1984
Estudios de negros en la antropología colombiana: presencia e
invisibilidad. En: Jaime Arocha y Nina S. de Friedemann (eds.): Un
siglo de investigación social: antropología en Colombia. Págs. 507 -
572. Bogotá: Etno.
[1] Véase un articulo
mío en la internet ¿Por qué debemos hacer nuestra
historiografía?: Narrar lo nuetro [desde lo nuestro para fortalecer nuestra
identidad. En http://unidosenladiverisdad.blogspot.com/.
[2] Realizado los días 27
y 28 de noviembre de 2012 y organizado por los Consejos Educativos de los
Pueblos Originarios de Bolivia CNC y la FUNPROEIB.
[3]
Planteamiento efectuado en mi tesis de maestría en EIB, que refiere a la
intraculturalidad o afrocentrismo. Misma conceptualización es trabajada en
organizaciones afroecuatorianas.
[4]
Los con negrillas corresponden a las dos preguntas que Vicente Limachi propone
para este presente trabajo, mismos que mi persona se centrará a una
epistemología que entiendo es fundamental por la carencia de abordajes desde
matrices alternativas en espacios de formación como la universidad.
[5]
El concepto de “invisibilidad” fue introducido al debate por la antropóloga
Nina S. de Friedemann. Estudios de negros en la antropología colombiana:
presencia e invisibilidad. En: Jaime Arocha y Nina S. de Friedemann (eds.): Un
siglo de investigación social: antropología en Colombia. Págs.
507-572.
[6] Desde el 2009 se empieza a manejar este sistema de trabajo por libras
sonde el cosechador de coca acumula en una bolsa una cantidad de coca para
luego pesarla en una romana. Anteriormente se acostumbraba cosechar coca
por 6 mitis al día.
[7] Debe entenderse a la
fuga constante de nuestros ancestros de las minas o las plantaciones con el fin
de reconstruir comunidades socio-culturales y así albergar y vivir en libertad
no en las plantaciones donde previamente habían estado sujetos al sistema de
opresión. Las comunidades de cimarrones
iniciaron desde los primeros instantes del tráfico atlántico, dándose
estos movimientos en casi todos los países de las Américas.
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