¿QUÉ SOMOS, NEGROS O AFRODESCENDIENTES?




Por: Martin Miguel Ballivian (Afroboliviano Comunicador Social).
Emitido: I/2015

Inicio preguntando si somos ¿negros o afrodescendientes?  Antes de responderme empiezo destacando mi experiencia cuando revisaba el libro de Rómulo D. Carbia sobre “Historia de la Leyenda Negra Hispano-Americana”,  publicado en 1944.  A una primera impresión, imagine que se trataba de los orígenes y la historia de los africanos en Hispanoamérica. Sin embargo, cuando fui leyendo  no tenía ninguna relación con mi interpretación. Lo que sí es evidente  como da entender el texto; para la “crueldad, el oscurantismo y la tiranía política” en la que sucumbieron las importantes instituciones de España  en tierras del Nuevo Mundo se emplea en el libro el término negro (Negra) para denotar lo malo o conflictivo, en vez de la “Leyenda trágica”. 

Cabe decir que desde el descubrimiento de América,  el término peyorativo y despectivo de lo negro (a), se fue divulgando libre e inconsciente  en distintos espacios comunicaciones. Hay una costumbre a mencionar  las cosas con lo que aprendimos a denominar sin imaginar el significado real e historiográfico del ser de los acontecimientos.
El término negro en definitiva está abierto a diferentes connotaciones según quien lo entienda, pero es evidente que debemos salir de nuestros autodesprecios y de esa visión racista del Otro. Es por ello, que en el colectivo de la diáspora africana en las Américas hay una disputa por el modo de autoidentificarse, que en esencia constituye para muchos una cuestión política. 

En cambio, hay una menor  prevalencia en las personas que no están ligadas al movimiento organizado para autoidentificarse como negros. La palabra negro, impuesta por los opresores, tuvo la finalidad inconsciente o consiente de uniformizar la diversidad de identidades lingüísticas, culturales, ideológicas que llevaban nuestros ancestros (as); por esta  “castración”  de las identidades se efectuó un etnocidio que hasta nuestros días tiene efectos negativos en nuestros movimientos, en nuestras comunidades y en el afrodescendiente que no valora su esencia-identitaria que le fue negada y reemplazada por un término homogenizante que tiene su razón de ser en lo aparente de la piel  y no en la esencia humana.
Sin embargo, para otros lo negro es un término empleado  de manera positiva, sin esa carga despectiva. Forma parte también de una identidad creada y que se deberá respetar. Para mí lo coherente en materia de lo que queremos en el futuro -construirnos como una comunidad afrodescendiente con una identidad fortalecida-, prefiero el término afrodescendiente, como parte de nuestras reivindicaciones y de las luchas políticas, por tal razón estamos celebrando en este mes a lo Afroboliviano; descendientes de la cuna de la humanidad y nacidos en tierras bolivianas. 

Pero el debate estará abierto  sí somos ¿negros o afrodescendientes?; porque para quienes se adscriben a ser denominados negros sin ningún problema, pueden sustentarse en la hipótesis de  Whorf (1971), quien arguye que el pensamiento humano está fuertemente condicionado por el lenguaje. Se asume la posibilidad de alterar el idioma (los términos) para promover cambios ideológicos, como sucedió con lo “indio” ahora denominado indígena y, en nuestro caso, sustituir la palabra negro” por afrodescendiente seria entrar  a una posibilidad de re-identificarnos.
Creo que ideas como la de permanecer con la denominación de negro puede ser válida y respetada. Pero aquí el punto es, crear la vía para reconstruir nuevos discursos propios que nos devuelvan espiritual y sicológicamente a las razones o sabidurías africanas, sin desmarcarnos a lo que queremos ser ahora y en el mañana, porque ello será nuestro orgullo y un redescubrirnos desde el interior de las identidades negadas. 

Estos prejuicios entre otros en la actualidad no tienen razón de ser si apostamos por reconstruir nuestra historiografía que nos permita romper con la tendencia “ahistórica”. Por ello conviene indagar mayores datos que puedan darnos el orgullo de narrarlos y escucharlos; ya que la historia, es y será política, en este caso nuestro pueblo deberá orientarse hacia generar contramitos. Es decir, pasar de la negatividad impuesta de vernos mal a vernos positivamente. Además nuestro Estado Plurinacional tiene que tener en cuenta que en este tiempo de cambio, hay que considerar que también Bolivia tiene  una matriz cultural afroboliviana, que no solamente es mestiza e indígena.

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